miércoles, 16 de marzo de 2011

Santificado sea tu nombre

En los días anteriores hemos venido meditando sobre los elementos que hacen de la oración una experiencia maravillosa. Hoy, basados en mateo 6, 9-13; centraremos nuestra atención en el tercero de esos elementos.

Ya hemos dicho que en la oración hay que tener una gran confianza con Dios puesto que él es nuestro Padre celestial y además podemos tener la confianza en que todo lo que le pidamos, él siempre tendrá una respuesta. Sin embargo, hoy nos hemos topado con este tercer elemento: "Santificado sea tu nombre".

Por este elemento vamos entender que si bien es cierto debemos tener una confianza grande en el Padre, no debemos faltarle el respeto.

Tanta era la reverencia de los judíos ante Dios que usaban con sumo cuidado su nombre, por temor de profanarlo. Esta reverencia les llevó a sustituir la palabra Jehovah por “Señor” (Adonai). Aun en la Septuaginta traducían el nombre “Jehovah” con el término kurios, que significa Señor.

Eso nos demuestra que aunque le tengamos confianza, tenemos que cuidar el respeto que le debemos. Tu oración de hoy tendrá más provecho si tienes confianza y a la vez respetas al Señor.

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