"Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el SEÑOR tu Dios".
Este mandamiento es el quinto del decálogo y el primero de los que están enfocados en cuestiones éticas. Es de mencionar que también tiene una promesa.
Básicamente el mandamiento refleja el valor de la familia, y de cuán importante es para Dios que honremos a nuestros padres.
Honrar no significa amar, pero sí respetar y tener en alta estima a nuestros padres. Seguramente no son perfectos y nos han dañado en más de una ocasión, pero eso no les quita la honra que les debemos.
Con frecuencia se piensa e interpreta que este mandamiento es para jóvenes únicamente, pero en realidad deberían reflexionarlo los adultos, los que ya abandonaron su casa paterna para construir su propia familia. Pues ellos son los que se olvidan de sus padres, los que por sus recuerdos tristes de su niñez al lado de ellos, no quieren ni verlos.
Dios espera que los visitemos, que les pidamos perdón si los hemos ofendido o que los perdonemos si sentimos que nos han tratado mal.
Si hacemos eso, Dios promete que tendremos una larga y bella vida. Y es lógico que prometa eso, pues la gente que no honra a sus padres, vive con rencores, odios, amarguras... y eso hace que la vida pierda su color y sentido.
Estimados lectores de este blog, reflexionemos en eso y honremos a nuestros padres. Tal vez no sean perfectos, pero son los que Dios nos dio para que nos cuidarán y nos enseñaran a vivir.
¡Bendiciones!
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