¿Estás afanado amontonando riquezas?
Durante la época de la fiebre del oro, unos aventureros se dirigieron a Alaska en búsqueda del dorado metal. Encontraron una caverna y allí trabajaron con mucha suerte, pues existía una veta muy grande. El gran problema que tenían era el tiempo; pues llegaría la época de las nevadas, y sería imposible pasarla allí por el intenso frío. Los nuevos ricos se habían entusiasmado tanto con el oro que afanosamente trabajaron para acumular todo lo más que pudieron. Pronto comenzó a nevar, y pensaron que podían quedarse un poco más, pues estaban acumulando grandes cantidades de oro. La nieve en ese año fue muy intensa. Mientras los mineros amontonaban oro adentro, la nieve se juntaba afuera hasta tapar la entrada de la caverna. Entonces los hombres se dieron cuenta que no podían salir de la caverna. Lo peor de todo es que se quedaron sin víveres. Después de algunos días la muerte se quedó con todo: con las vidas y con el oro.
La codicia es una vocación por conseguir mucho dinero, pero jamás nos dice lo que terminará cobrándonos por lograrlo.
Jesús dijo: "busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas". (Mt 6:33).
No te preocupes tanto por amontonar riquezas, pues ellas son efímeras, por eso mejor busca el reino de Dios, y te darás cuenta que las riquezas consisten en compartir con los demás lo que tenemos... y curiosamente, entre más compartimos más tenemos.
Ezequiel Barrera
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