Cada vez que tengo la oportunidad de visitar la casa de mis padres,
en Zacatecoluca, veo a Memo, un vecino. Tiene unos 52 años de edad y es
muy conocido por todos con el despectivo sobrenombre: 'El loquito'.
Resulta
que durante su juventud, allá por la década de los 80's, sirvió en la
Fuerza Área de El Salvador mientras el país atravesaba la guerra civil.
En una de sus misiones en helicoptero fue embestido por una guarnición
guerrillera que terminó derribando su ave mecánica, quedando él muy mal
herido de su cabeza.
Desde aquel entonces su vida no es la
misma. Perdió la lucidez, la coherencia y hasta el sentido del tiempo. A
veces expresa cosas tan incoherentes como su afirmación de ser el dueño
del mundo y en otras ocasiones se le escucha decir que él tiene que
viajar inmediatamente a Japón... en fin, todo lo que habla carece de
sentido alguno. Los doctores han diagnosticado que sufre de
Esquizofrenia.
Pensando en Memo concluí en que muchos
creyentes también sufrimos un severo caso de esquizofrenia, pero en el
sentido espiritual. Todo lo que hacemos es incoherente con lo decimos.
Nos
atrevemos a predicar de la santidad y nuestras vidas dejan mucho qué
desear. Hablamos con denuedo sobre ayudar al prójimo y es exactamente lo
que no hacemos. Nuestros estados de facebook siempre están diciéndo
cosas bonitas (en su mayoría son frases copiadas que nos las atribuimos)
pero en nuestra praxis no se refleja lo que escribimos y le decimos a
todos.
¡Que el señor nos ayude a no ser esquizofrénicos espirituales!
¡Que
nuestras actitudes sean coherentes con nuestro discurso! De manera que
podamos ser intachables y que como el ap´çostol Pablo le decía a
Timoteo: 'Que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza' (1Ti 4:12).
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