Jesús les dijo: “Mi alma esta muy triste hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo”Mateo 26:38
Estoy segura que esta fue una noche diferente, una noche dura y más obscura de lo normal. Cuando todo el peso y la maldad del mundo caía sobre los hombros de él. Tal vez hemos pensado: “siento que el mundo se me viene encima” o algo similar y no porque sea del todo real, sino por problemas o dificultades que nos agobian y se nos presentan. Pero quiero hablarte de quien sí en realidad todo el peso del mundo cayó sobre él, fue Jesús quién nos amó y entregó su vida por nosotros, obedeciendo la voluntad de su Padre, pero el solo pensar en esa noche en la que el Dios hecho hombre sufría por la humanidad y estaba tan débil como la de cualquier ser humano, no se aferró a su gloria, aún sabiendo que en solo unas horas moriría crucificado, la muerte más cruel y vergonzosa que podía existir y que estaba reservada solo para los más grandes criminales y malhechores, para lo más bajo de la sociedad de esos días. Tampoco ignoraba que iba ser abandonado y traicionado por sus amigos, su alma estaba en agonía, triste, angustiada, tanto que oraba intensamente y era su sudor como gruesas gotas de sangre que caían hasta la tierra, dice la escritura. Puedo imaginar a Jesús postrado en ese monte, el gran salvador se estaba humillando, diciéndole a su padre celestial: “Padre si quieres pasa de mi esta copa pero no se haga mi voluntad sino la tuya”. Fueron sus palabras, aún en medio de toda la tribulación que estaba sobre él, se niega a sí mismo una vez más pidiendo que no se hiciera lo que el quería sino lo que el rey del cielo quería.
“El rey se alegra en tu poder Jehová,
Y en tu salvación como se goza!
Le has concedido el deseo de su corazón
Y no le negaste la petición de sus labios,
Vida te demandó y se la diste”
Y en tu salvación como se goza!
Le has concedido el deseo de su corazón
Y no le negaste la petición de sus labios,
Vida te demandó y se la diste”
Dicen los salmos, y asi el señor de la vida murió despojándose de si mismo, entregándose totalmente, sin pensarlo dos veces.
Pero Jesús no hablaba sólo, el padre celestial lo escuchaba y conocía el dolor y la angustia de su corazón y le envió uno de sus ángeles para fortalecerlo, lo maravilloso que sería tener la respuesta inmediata del rey del cielo.
En fin, allí estaba Jesús en su enorme tribulación acudiendo al rey del cielo. Ahora ¿A quién acudimos nosotros en nuestras dificultades? ¿A quien deberíamos ir? Y no es que se puedan comparar con las del señor Jesús como lo dije al principio no es que en realidad “el mundo se te viene encima”
Porque él verdaderamente llevó todo el peso del mundo sobre su espalda, porque Cristo padeció de una sola vez por todas, es decir que si alguien sufrió no fuiste tú, no fui yo, fue Jesús. Dando lo que nadie pudo dar, haciendo lo que nadie pudo hacer por ti y por mí, no hay amor mas grande que este, y si pensamos que nadie nos aprecia o nos ama o valora la vida que tenemos estamos equivocados, porque él siempre ha estado allí cerca de ti y cerca de mi, tocando las puertas de nuestro corazón esperando fielmente, que un día le abramos y lo dejemos entrar, la decisión es de cada uno de nosotros. Solo te recomiendo no lo hagas esperar más, déjalo pasar y cenará contigo y vivirá contigo, le dará sentido a tu existir y te llenará de paz amor y gozo, y nunca se apartará de ti, porque él es un verdadero amigo fiel. Solo piensa en lo que hizo por ti, ¿Qué decidirás hoy? ¿Vas abrirle la puerta de tu corazón?
Nota: Este escrito me fue enviado por Marisol Montalvo para que lo compartiera con ustedes.
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