sábado, 1 de octubre de 2011

Clavito: ¡tú eres importante!

Tu función en el cuerpo de Cristo es muy importante, ¡jamás pienses lo contrario!


En una ocasión, un clavito estaba muy triste porque se sentía inútil en la herradura del caballo. Pensaba que la herradura era más importante que él, ya que servía como zapato al elegante caballo de carreras. La silla de montar era de gran importancia para el jinete. Y el caballo, sobre todo, era el más imprescindible en todo este asunto. Así que decidió salirse de la herradura y echarse en el primer bote de basura que encontrara en su camino. Y así lo hizo, se salió y se dejó caer en un bote de basura. Pero a la tarde, cuando el caballo y el jinete salieron a la pista a competir por el primer lugar en la carrera, los demás clavitos de la herradura no soportaron, y a pesar de hacer su máximo esfuerzo se soltaron. Eso provocó que el caballo perdiera el equilibrio hasta terminar en el suelo. El jinete salió volando, y de la caída perdió la vida. Así que los demás clavitos fueron a buscar al clavito entre la basura y le explicaron todo lo que pasó, y desde entonces, el pequeño clavito comprendió que su función en la herradura era tan importante como la de los demás.

Es probable que te encuentres triste porque piensas que tu función en el cuerpo de Cristo no es tan importante. Observas a los grandes predicadores y piensas que ellos sí son importantes. Miras a los cantantes y concluyes que cantar a Dios es algo valioso. Pero tú piensas que eres solamente el que limpia los baños de la iglesia, a lo mejor solo eres el que estaciona los automóviles en el aparcamiento del templo, quizá el que recoge la ofrenda, probablemente solo eres el que ora para que el Señor use al pastor en la predicación... pues bien, déjame decirte que tu función en el cuerpo de Cristo, y en la congregación a la que asistes, es muy valiosa.

Tu función en el cuerpo de Cristo es tan importante como la del predicador o como la del cantante de alabanzas. Así que no te desanimes, tú eres importante.  Eres como ese clavito, importante como los que ejercen otras funciones en el cuerpo de Cristo.

No intentes ser predicador si nos has sido llamado a eso. No procures ser cantante si tu llamado es otro. ¡Has exactamente lo que Dios te encomendó, pues eso hará que las cosas marchen bien en el cuerpo de Cristo!

(1Co 12).

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