viernes, 14 de octubre de 2011

¿Cuánto confían en ti?

Te has preguntado ¿Cuánta confianza inspiras en las personas? ¿Cuánto reflejas a Cristo?
Se cuenta que a Dionisio I, un tirano de Siracusa cuyo reinado estuvo marcado por sus enfrentamientos con Cartago por el control de Sicilia, le fue pedido por uno de sus presos capturados en la batalla que le soltase porque debía atender un asunto de vida o muerte con su familia y que después regresaría para cumplir con su condena de sentenciado a muerte.

Dionisio I por su parte, que le daba igual ejecutar a uno que a otro, le propuso el siguiente trato: "Te dejaré ir solamente si encuetras a un sustituto y si no regresas en el tiempo indicado, lo ejecutaré a él".

El prisionero le comentó a un amigo suyo el trato y éste, ya que confíaba ciegamente en su amigo, aceptó con todo y sus consecuencias. Al principio, esta muestra de confianza del que quedó como rehén causó admiración entre todos, pero el paso de los días tornó la admiración en burla. Aún así, el rehén seguía manteniendo su confianza. El día anterior al previsto para la ejecución, en medio de todos los preparativos, su amigo apareció. Aquel acto de confianza que el sustituto tuvo, conmovió a Dionisio I y les dejó libres.

Una de las cosas más bonitas de la vida es que las personas confíen en tu palabra, que te tengan confianza, que vean reflejado a Cristo en ti. Y que estén dispuesto a ser hasta sustitutos tuyos en un caso como el que acabo de relatar. Por eso Jesús decía:

"Que tu Sí sea sí, y que tu NO sea no" (Mt 5:37).

Con esas palabras, Jesús estaba diciéndo que cuando las personas te escuchen hablar estén seguras que lo dices es veraz y que en ti no hay mentira. Que ponerse a jurar es para aquellos a quienes las personas no les tienen confianza.

Solamente cuando tu vida está entonada con tus palabras, las personas te creerán y confiaran en que lo que dices es verdad. Si deseas reflejar a Cristo, comienza a ser una persona veraz y consecuentemente las personas depositarán su confianza en ti y jamás dudarán en defenderte y jugarse el "pellejo" por ti.

Ezequiel Barrera

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